Se subió a la micro sin decir ninguna palabra más,
simplemente la vi marcharse entre un ruido estruendoso y mezclarse con la
multitud del transporte público. Me quede hay en medio del frio paradero con un
foco traspasándome la vida y con los ojos mirando al infinito de la calle vacía.
Todo comenzó hace unos minutos, quizás, horas atrás, en el momento en que me subí
a la micro y me senté en el único asiento vacío que existía, y que daba pie a
la venta y a su mundo desconocido que se traslucía en él, tenía los ojos
delineados y el pelo negro con mechitas azules al final, tenía unos pechos
pequeños, casi imperceptibles y unos dedos alargados y finos, la mire por un
buen rato hasta que se dio cuenta y me respondió mirándome a los ojos,
penetrando hasta el más oscuro de mis demonios, por alguna razón los hombres
somos unos imbéciles en eso de miradas disimuladas, lo comprendí cuando tenía
unos 15 años y simplemente dejó de importarme. Nos bajamos donde mismo, en
aquel paradero frio y solitario alrededor de las 10 de la noche. Estaba por
partir mi camino a pie cuando me tomo la muñeca evitando mis pasos hacia una lejanía
misteriosa para ella, me saludo con debida educación que supone un encuentro
furtivo, me dio su nombre y nada más. Francisca era un universo misterioso que
me retuvo por unos minutos, me pregunto si podía quedarme a conversar un rato,
no pude negarme, porque la curiosidad de estas cosas que no ocurren, me tenía
atrapado entre ese barro de sorprendente misterio llamado francisca. Me conto
que no confiaba en nadie y que en definitiva era mejor confiar en alguien que
no conoce que en su mundo basura, así que la escuche con calma. En el instante
en que terminaba de hablarme de su madre, con lágrimas en los ojos, me beso,
con los labios fríos me beso, y no puedo olvidar esa sensación de sorpresa y
cariño que se puede tener con los universos desconocidos que uno tiene en
ciertos momento frente a los ojos. Me tomo la mano que yo tenía apoyada en el
banquito de fierro que tienen los paraderos, la mano estaba fría, pero
expulsaba un calorcito mágico que no podría haber notado de no haber sido porque
separo sus labios de los míos. Se disculpó mirando el suelo y yo sin balancear
en mi decisión, solté una carcajada suave y lo más amorosa que daban mis
nervios en ese momento, le tome el rostro y le seque las lágrimas con los
dedos, como si su dolor se quedara impregnado en mis huellas dactilares. Conversamos
y nos reímos y estuvimos a punto de llorar muchas veces, todo eso en medio de
la luz de un foco y el sonido intermitente de las micros que cruzaban por
nuestro lugar sagrado. Nos tratamos como si fuéramos amores de la vida, y le
dije que sería capaz de amarla hasta el fin de los tiempos si ella me dejaba,
solamente se dignó a sonreír y a guardar silencio. Seguimos por unos minutos más,
iluminados por un sol artificial cometiendo el único acto de amor misterioso que
se nos podía ocurrir hasta ese momento, que era besarnos y acariciarnos con el
amor de toda una vida, nos mirábamos el alma y sonreíamos como si no hubiese un
final. No hubo motivo para que se fuera, podríamos haber estado eternidades en
el frio paradero de micro, y no habría importado el tiempo ni la hora ni el
lugar, pero con la primera micro que se detuvo simplemente se levando y emprendió
el vuelo hacia un mundo que no conozco y que probablemente jamás conoceré. Luego
de eso quede solo en la inmensidad de la noche, desnudo y con lágrimas en los
ojos me levante, y camine hasta la eternidad del camino que llevaba a mi casa. No
recuerdo mucho más del encuentro misterioso de hace unas horas, pero definitivamente
el nombre francisca tomara un significado diferente en mi vida de ahora en
adelante.
viernes, 9 de agosto de 2013
martes, 6 de agosto de 2013
Maniquí
Nuestras almas avanzan en caminos oscilantes, encontrándose
una y otra vez sin poder vivir lejos mucho tiempo, son rutas furtivas y
variantes que nos llevan entre vías aéreas y sendas incestuosas hasta llegar al
punto casi medio donde nos encontramos y fumamos y hablamos y dormimos y
pensamos y nos queremos. Andamos por calles que recorren los perdidos de amor y
cruzamos ríos secos en busca de un algo más, un algo más que no existe y que
somos nosotros que si existimos, pero eso no importa porque nos dejaremos de
ver y nadie se dará cuenta, porque estamos solos en el mundo sin nadie más que
nosotros, y nosotros no somos nada más que la propia compañía del otro, que
camina y camina entre llanto y suspiros y miradas curiosas sobre las vitrinas
en las que estoy parado, modelando un abrigo gris con pequeñas manchitas negras
y tú al frente luciendo un vestidito rojo intenso fuera de temporada. Nos retiran
una vez al mes para quitarnos el atuendo y cambiarlo por otro mejor, no nos
podemos mover pero si nos miramos siempre como buscando el sueño o la vida
misma entre el alambre del dedo que me falta y el hoyo que tienes en tu pierna,
interminables pensamientos surgen de nuestros nudos mentales y casuales, en la
distancia que hay entre mi abrigo gris con manchitas negras y tu vestido rojo
intenso te he amado dos veces más que ayer.
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