Nuestras almas avanzan en caminos oscilantes, encontrándose
una y otra vez sin poder vivir lejos mucho tiempo, son rutas furtivas y
variantes que nos llevan entre vías aéreas y sendas incestuosas hasta llegar al
punto casi medio donde nos encontramos y fumamos y hablamos y dormimos y
pensamos y nos queremos. Andamos por calles que recorren los perdidos de amor y
cruzamos ríos secos en busca de un algo más, un algo más que no existe y que
somos nosotros que si existimos, pero eso no importa porque nos dejaremos de
ver y nadie se dará cuenta, porque estamos solos en el mundo sin nadie más que
nosotros, y nosotros no somos nada más que la propia compañía del otro, que
camina y camina entre llanto y suspiros y miradas curiosas sobre las vitrinas
en las que estoy parado, modelando un abrigo gris con pequeñas manchitas negras
y tú al frente luciendo un vestidito rojo intenso fuera de temporada. Nos retiran
una vez al mes para quitarnos el atuendo y cambiarlo por otro mejor, no nos
podemos mover pero si nos miramos siempre como buscando el sueño o la vida
misma entre el alambre del dedo que me falta y el hoyo que tienes en tu pierna,
interminables pensamientos surgen de nuestros nudos mentales y casuales, en la
distancia que hay entre mi abrigo gris con manchitas negras y tu vestido rojo
intenso te he amado dos veces más que ayer.
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