miércoles, 11 de mayo de 2016

Deciduos

Eran cuatro hileras de ángeles apuntando con la mirada hacia mis pies. Yo tenía miedo, Mucho miedo. No podía hablar, tampoco quería hacerlo, pero la intriga era más grande. Esa sensación de vacío en la guata, con la piel de gallina. Caía entonces en un túnel largo, oscuro, con una luz al final que iba creciendo con los metros de distancia que recorría. Al salir del túnel caí con fuerza sobre un mar de dientes. Me revolví en los dientes intentando salir. Mi cuerpo caía hacia el fondo, como anclado hacia abajo, o como si me estuvieran absorbiendo con el peso de cuatro elefantes. La oscuridad se expandía entre el marfil frio del mar. Cuando perdí todo el aire, desperté. Mi almohada era una mopa de sudor frio y mi mano derecha estaba apretando con fuerza el diente que se me cayó en la mañana jugando en el resfalin. El hada de los dientes no había pasado.  

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