viernes, 27 de diciembre de 2013

las cosas de la Vida (parte ocho) (o como dijo la enterrada: su humo)

vi unos ojos color miel, hoy mientras compraba una fanta para tomar en el departamento.
esos ojos me recordaron los ojos de mi hermana, que eran mas que color miel, eran medianamente caramelo, inocentes y valerosos, como toda una exploradora y domadora de leones, una mirada que siempre me recordó a la de don quijote, mi hermana que fue el resultado de un plan fallido.
recuerdo cuando le conté por que mis padres decidieron crearla, le dije: la familia estaba en crisis, absolutamente todos se estaban separados, y como ultimo intento por hacer algo, tus papás decidieron tenerte, obviamente no funciono, eso eres tu, un plan fallido, el ultimo intento antes de perderlo todo.
no se destruyo, y me alegro que no se destruyera, lo tomo bien, me tomo la cabeza y la puso sobre sus senos, haciendo que escuchara su corazón, en ese instante llore, llore con su tamborcito de caballero latiendo en mis tímpanos, no dijo nada, solo me abrazo y yo llore como un niño, ella sabia de soledad, pero no sabia de compañía, por ende no sabia el dolor por el que yo estaba atravesando, entonces ella me abrazo solo para que yo llorara, ella entendía mi miseria, y yo la amaba por sobre todo, nos mirábamos y sabíamos que eramos invencibles, pero nadie detiene a un celopata, y nadie detiene las balas.
andábamos en bicicleta y caminábamos, me retaba por que fumaba y siempre me preguntaba el por que, aunque yo se, que ella en el fondo sabia que yo fumaba para comerme la pena, la rabia y el dolor de una soledad no elegida y de la que ya dependo. leí por ahí que tendremos la felicidad que estamos dispuestos a tener, ella siempre quiso ser feliz, lo consiguió, yo nunca quise, y por eso ella me compadecía, por que sabia de mis demonios y de como me comen mis historias, ella sabia de mi esfuerzo por protegerla y enseñarle de la vida, ser el hermano grande nunca es fácil, fui un pésimo ejemplo, pero aun así ella me quería, quizás incluso me amaba, ella me abrazaba y se me venia el universo encima, jamas llore con nadie mas que con ella, no lamento su muerte, ella estará en un lugar mejor, conquistando dragones y escalando montañas, nadando en océanos e imaginando estrellas y galaxias, inventando personajes junto a mi, inventando vidas y creando cariños y mas abrazos llorones.
la fatalidad de las tragedias, demasiadas para este cuerpo, demasiado vacío para este corazón, ella debería vivir, no yo, que hago aquí, fumando, aniquilandome por dentro, escribiendo de mi vida y recordándola e intentando no llorar de puro orgullo, de puro fracaso en la compañía y de pura pena a mi mismo, en la miseria misma necesito de sus ojos, de sus latidos de corazón, de su cabello negro y liso, de su nariz que me recordaba a la de los payasos, de su sonrisa dulce y de su olor a hermana menor, ella siempre decía: tira tu caga de humo para otra parte, por que no te quiero enterrar todabia.
al final yo fui quien la enterró, al final, el humo me hizo sentir su calor otra vez.

sábado, 14 de diciembre de 2013

Las cosas de la Vida (parte siete) (dijo el que lo pensó: Sombras)

el ultimo cigarro de la noche, jamas es el ultimo cigarro de la noche, tengo tensa la memoria de tanto inventar historia, de tanto dialogo conmigo mismo, de tanto fantasear todas esas realidades extremas e improbables, aunque muchas veces, dudar del poder de la improbabilidad es un error, es precisamente eso lo que hace que la vida misma tenga sorpresas, la improbabilidad de algunos sucesos.
cuando niño, tenia una pieza pequeña y de color verde, con una ventana que no daba a ningún lugar y unas cortinas blancas con dibujitos. no tenia puerta, en ese tiempo, había una sola cortina blanca, casi transparente, mis padres, en ese entonces, tenían amigos, y no es que ahora no los tengan, pero la edad, las ocupaciones diarias, la falta de juventud que se extingue de apoco como las velas, hace que ya no los traían a casa, antes los traían seguido, se tomaban unas cervezas y comían maní con papas fritas, aveces se hacían churrascos, otras completos, otras freían ellos mismos las papas, aveces hasta un asado hacían, y bailaban, bailaban hasta tarde y escuchaban soda stereo, escuchaban sui generis y los prisioneros, avocando a esa juventud que se les iba apagando, fumaban dentro de casa y yo veía tele en su pieza, para escapar de la bulla, no hay nada mejor que dormir en la cama de los padres, creo yo.
la cosa es que cuando me daba sueño, iba a mi pieza a dormir, por que sabia que después tendría que dormir acalorado y transpirando por el calor de mis padres, ademas no me gustaba, al igual que ahora, el olor que expele la boca alcoholizada. me acostaba y no dormía, escuchaba sus conversaciones y risas, veía sombra a través de la cortina de lino, veía sombras y escuchaba voces que no podía distinguir, o por sueño o por la música o por que no quería reconocer a esas sombras, veía como se movían, como botaban la ceniza y bebían de la botella personal.
entonces yo pensaba que la vida podía ser eso, lo pensaba no tan concretamente como ahora, claro esta. pero lo pensaba de igual manera, que la vida, eran esas personas que cruzaban por fuera de mi pieza, que eran sombras, voces y conversaciones distantes y que no me incluían, sombras que, son las personas que pasan por mi vida y que uno después no recuerda. eso hasta que el poder de la improbabilidad hace que alguien corra la cortina, ahí recuerdas, ahí reconoces a un ser que marca la vida misma y dejan de ser sombras apacibles y tipo acuarela, se vuelven humanos, con rostro, ese es un temor remoto, el saber que existen rostros que no voy a olvidar.
tu ves las sombras, escuchas sus murmullos y sus movimientos indefinibles e impredecibles, sorprecibos incluso, te vuelves invisible, estar ahí como oyente de un submundo que no te corresponde, de un grupo de personas que no pisarían mas la casa por esos motivos, recuerdo sus risas, sus silencios ante lo trágico, su prudencia sabiendo que estaba yo al lado, invisible, presenciando todo su carnaval de poca juventud.
después, ya mas grande, siempre pensé que se separarían mis padres, lo esperaba ansioso, como llamando a la mala fortuna o al destino probable y lógico, no se separaron, por desgracia, hubiese sido lo mejor, estaría escribiendo de otra cosa que no sea de mi. no se separaron pero murieron, juntos, accidente automovilístico, pensé, y aun pienso, que fue lo mejor, que si no, se hubiesen separado de verdad, y que yo me hubiese visto en un lío que tanto espere, que nunca supe  y que jamas sabre como afrontar.
la cama de padres se volvió la cama mía, hasta que llegue al departamento, los ojos café con forma de sol vivieron conmigo un tiempo, pero como bien dije antes, ella ya no esta, así que no importa, lo importante son las sombras, lo importante, es que ella, los ojos de sol, jamas dejaron cerrada la cortina de lino, ella dejo la cortina abierta y ahora no hago otra cosa que pensar en todos los humanos, en todas las sombras que ya no son sombras, en esos rostros sin cuerpo y sin voz que me aquejan el santo espíritu maligno nicotinoso. la sombra que soy yo ahora, yo ahora, que no puedo mirarme en el espejo, sin poder vislumbrar mi rostro, imaginando una cara, un cuerpo, un cigarro. enciendo el cigarro, y ya no hay sombras, solo oscuridad, nada mas, como siempre, solo oscuridad y vacío.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Las cosas de la Vida (parte seis) (o como dijo el hombre en el sillón un día: el peso del frío)

una vez había escrito un poema super lindo, de esos que hasta quien lo escribió se emociona, me lo guarde en el bolsillo trasero del pantalón, con toda la intención de entregárselo a alguien, una niña se subió al metro, en Vicente Valdes, era mas o menos tarde, así que no había muchas gente, casi vacío, en realidad. la vi durante mucho rato, le vi las manos y su croquera para dibujar, tenia unas manos preciosas, llevaba lentes y un pelo casi dorado, ojos café como la madera barnizada y un collar en forma de pluma.
pensé todo el camino en entregárselo, lo tome un par de veces, lo leí, la miraba a distancia y ella miraba a través del vidrio el camino de ciudad que se nos presentaba como acuarela con lo nublado que estaba. lo imagine, imagine tomándola del brazo y dándoselo sin mucha explicación, imagine como me preguntaba que era y por que se lo había pasado, imagine como ella lo leía sola después de la casualidad creada, imagine incluso no entregárselo, imagine también que no preguntaba nada, imagine muchas cosas, muchas historias y cosas, muchos momentos y una vida entera con un ser que existe pero que jamas existió en verdad, al menos no en mi vida.
llegue a baquedano y la perdí entre la gente, no se lo entregue, así que tome el poema de mi bolsillo y lo deposite como cuerpo muerto sobre la basura, sobre el primer basurero que encontré. se perdió para siempre, sin recordar incluso que decía, lo sepulte sin epitafio y sin tumba, sin palabra ni lagrima, así no mas, como todos los amores que pasan en la vida.
después de botarlo casi intuitivamente, me pregunte por que lo hice, única respuesta: no estoy para lanzarme a mas vida, no estoy para acumular mas melancolía. por eso lo bote, para no tenerlo como el recuerdo melancólico de lo que nunca paso, así vivo, con la melancolía en el bolsillo trasero del pantalón, escapando de ella, y chocandome de frente en cada instante con sus púas agrias, con sus soles apagados y sin lunas ni estrellas que colmen el constante venir del llanto, llanto no saciado por lo demás, el llanto lo sacian los niños, a los melancólicos como yo, solo les queda pensar en el llanto, sentirlo con fuerza, sin poder huir, sin poder botar ni una sola graciosa lagrima.
llegado a casa me senté en el pasillo, mire la cama, y vi el temor que me causaba que estuviera vacía, ver que representara tanta soledad nocturna, tanta temperatura bajo cero y tanto temor por no poder salir de la cámara de frío. pienso entonces que la vida es escapar del frío y refugiarse en alguien, pero he vivido tan egoísta, tan bastardo y perdido que no se lo que es el calor, fuera del calor de verano, de los rallitos de besos que te depositan en los labios y de la respiración pasiva que se resbala como agua por tu mejilla mas cercana a la otra nariz.
el miedo a la cama, a mi mismo pensándome sin taparme, en la madrugada con pensamientos vago de alma vaga en ciudad vaga, el miedo a la cama es el miedo a perder las ganas de la vida, representa el llanto reprimido en la almohada y en las colillas, al toqueteo corporal auto flagelante, latigazos en la espalda de puro dolor, de rodillas rogando no vivir mas, y aun así, estar aquí, sin depresión, solo melancolía, nada mas queda que melancolía y una cama vacía que se burla, que se entretiene con tus gemidos y gritos que se congelan en el pecho.
la cama vacía después de verla con alguien es el vientre materno, el bunker de los abandonados a la vida y la tortura de que alguna vez, hubo alguien, alguien que ya no esta, y es la ausencia lo que pesa, la ausencia una vez que antes no había ausencia, el abrazo de los tristes y el beso de los moribundos.
pero hablar de camas vacías y de todo lo que implica no sirven e nada, podría seguir y seguir describiendo sus sabanas verdes y su cobertor blanco, pero no tiene sentido, esto no tiene sentido, me bebo el ultimo sorbo del café frío, enciendo un cigarrillo, siempre es asqueroso el primer cigarrillo, la primera humada del día, es vomito comprimido.
esa noche dormí en el sillón, al día siguiente cambie las sabanas, al año siguiente cambie la cama, a la vida siguiente la cama ya no estaba vacía, y por vida siguiente, me refiero a lo que viene después de los ojos café con forma de sol.

Silencio post mortem (primer soneto de la vida)

sus cabellos soñando los tomé
sentí sus manos con olor a mate
no quieres que te de mi gran alcance
aquellos poemas que no le mostré


en tu pecho vacío nunca entré
yo quiero que tu almibar no fracase
y que una de tus manos me desate
solo el tiempo dirá si te veré


ese lindo y sordo sexo de un abril
fue de una mujer triste y embustera
me dejo mucho tiempo en el atril


sin ganas de oler cielo primavera
con su tonta mirada juvenil
mi cuerpo para que ella no escribiera

martes, 3 de diciembre de 2013

Las cosas de la vida (parte cinco) (o como dice el autor: sin pretenciones ni nada)

comenzaron mis mayores conflictos cuando comencé a hablar con ella, obviamente no fui tan bastardo como para hacer de mis problemas algo compartido, pero si se daba cuenta y me lo mencionaba, lo que provocaba una pequeña crisis cabrona dentro de mi vida, y nacía una desesperación asquerosa al intentar solucionarla lo antes posible para que ella no saliera afectada, eso sucede cuando pones a una persona delante de ti, te vuelves estúpido, inconsciente de tus actos, te vuelves mas bastardo de lo que eras, por que al fin y al cabo, la perderás.
estaba con ella, generalmente en mi departamento, que estaba en una calle mas tranquila, una calle que no vale la pena mencionar, aparte ya no la recuerdo, el punto es que íbamos, nos besábamos, nos acostábamos en el sillón y aveces leíamos poemas de oscar hahn, una vez me leyó en ingles el cuervo, mientras de fondo sonaba una sinfonía de Bach, fue maravilloso, lo que mas recuerdo era como de nuestras tazas de café comenzaron de a poco a dejar de emanar ese vapor caliente de recién echo, esas tazas eran la victoria personal de dos café justos en medida de café y de azúcar, pero ahí quedaron, solo con un sorbo menos, mire mucho tiempo las tazas, solo por la mala costumbre de no poder mirar a los ojos, menos sus ojos que me miraban como con una especie de amor y de curiosidad y de interés para que prestara atención, me miraba seguido, linea y me miraba, yo la miraba cuando ella no me miraba, como una especie de acuerdo inexplicito mientras ocurría la lectura, ella termino de leer y seguía sonando Bach, así que la bese e hicimos el amor con música clásica de la que escuchaba y escucha mi abuelo, aveces las cosas ocurren pauteadas, otras, como los finales, ocurren así no mas, de golpe en la garganta.
lo curioso era que en ese momento yo estaba probando mis limites, todos los limites menos el de la droga y el del alcohol, por que esos limites ya los sabia gracias a cuando tenia 14 años y obtuve esas experiencias desagradables y de buen recuerdo, intente ver mis limites sentimentales, entonces al principio no quise quererla y después, a los días después, comencé a quererla mas de la cuenta, llegue al limite, y el limite era nunca acabar, entonces intente ver si era posible para mi sentir asco, asco de estar con alguien, sexualmente hablando.
entonces yo estaba insinuándome con una mujer que jamas fue mi amiga pero que pretendía que fuéramos amigos, me resulto, como todas las cosas malas me resultan, resulto mejor de lo esperado, así que teníamos sexo ocasionalmente, ella sabia de mi relación, ella sabia que nadie debía nunca saber, así que así quedo, como un secreto burdo y bastardo.
tenia sexo con ella y luego sexo con uno de mis grandes amores, así, sexo antes, amor después, o aveces amor antes, sexo después, jamas mi cuerpo se sintió sucio ni asqueado, así que seguí coqueteando mujeres que ya conocía y que en algún momento habíamos tenido encuentros amorosos, debe haber sido la época en que mas sexo tuve, y mas amor sentí, irónicamente, todo por probar mis limites, esa época también modifique la realidad (modificar la realidad es mas bonito que mentir), no solo modifique, también oculte cosas, desviándola conversación y usando mi lenguaje para hacer perder la atención al tema, mucho sexo, poco amor, mucha cosa transfuga, poca seriedad, todo un caos, y jamas sentí culpa, solo incomodidad, sentí por primera vez después de mi adolescencia, la necesidad de soledad.
entonces comencé a escapar, escapar de ella e irme a tomar a un bar, a escribir a un bar, igual que estos poetas que solo escriben con trago, me escapaba de casa, aunque me gustaba casa, y me gustaba estar con ella, pero tanto amor falso y real en el cuerpo me empezaba a marear, empece a dejar relaciones de a poco, a centrarme en ella, comencé una por una a dejar esos encuentros sexuales en cualquier lugar, esas citas a ciegas de alma y a cegarme por el alma de aquella mujer que me daba tanto amor que sofocaba, pero morir en estos casos de sofocación es aceptable, incluso, deseado.
jamas me descubrió, y siguieron dos años de tranquilidad, la culpa no se volvió parte de mi ser, quizás jamas fue parte de mi cerebro, y lo digo enserio, sin pretender parecerme a ningún personaje de un libro, seguí adelante, sin limites en ningún caso, acabaron las insinuaciones.
lo único rescatable fue el caos, sentirse perdido en muchos pechos, en muchas almohadas, hasta que llegaba a su casa, ella no me tocaba, solo miraba y preparaba el café, subía la música y me abrazaba, me rodeaba con sus brazos la cintura y apretaba fuerte, tan fuerte que me partía el espíritu, llorábamos, solo por la emoción de llorarnos, llorarnos de emoción y de otras cosas, se escondía en mi cuello y yo le olía el cabeza hasta los pulmones, le olía cada metro cuadrado de su cuerpo y me detenía en su vientre para botar mas lagrimas, la calma, la paz que ella me trasmitía, el amor que alejaba cualquier demonio de mi espalda, su lengua de jengibre raptaba mi lengua mentirosa y la robaba, me poseía de maneras inexplicables, y aun así, acabó, ella acabó conmigo y yo acabe con nada, así funciona, por desgracia, así funciona.