sábado, 14 de diciembre de 2013

Las cosas de la Vida (parte siete) (dijo el que lo pensó: Sombras)

el ultimo cigarro de la noche, jamas es el ultimo cigarro de la noche, tengo tensa la memoria de tanto inventar historia, de tanto dialogo conmigo mismo, de tanto fantasear todas esas realidades extremas e improbables, aunque muchas veces, dudar del poder de la improbabilidad es un error, es precisamente eso lo que hace que la vida misma tenga sorpresas, la improbabilidad de algunos sucesos.
cuando niño, tenia una pieza pequeña y de color verde, con una ventana que no daba a ningún lugar y unas cortinas blancas con dibujitos. no tenia puerta, en ese tiempo, había una sola cortina blanca, casi transparente, mis padres, en ese entonces, tenían amigos, y no es que ahora no los tengan, pero la edad, las ocupaciones diarias, la falta de juventud que se extingue de apoco como las velas, hace que ya no los traían a casa, antes los traían seguido, se tomaban unas cervezas y comían maní con papas fritas, aveces se hacían churrascos, otras completos, otras freían ellos mismos las papas, aveces hasta un asado hacían, y bailaban, bailaban hasta tarde y escuchaban soda stereo, escuchaban sui generis y los prisioneros, avocando a esa juventud que se les iba apagando, fumaban dentro de casa y yo veía tele en su pieza, para escapar de la bulla, no hay nada mejor que dormir en la cama de los padres, creo yo.
la cosa es que cuando me daba sueño, iba a mi pieza a dormir, por que sabia que después tendría que dormir acalorado y transpirando por el calor de mis padres, ademas no me gustaba, al igual que ahora, el olor que expele la boca alcoholizada. me acostaba y no dormía, escuchaba sus conversaciones y risas, veía sombra a través de la cortina de lino, veía sombras y escuchaba voces que no podía distinguir, o por sueño o por la música o por que no quería reconocer a esas sombras, veía como se movían, como botaban la ceniza y bebían de la botella personal.
entonces yo pensaba que la vida podía ser eso, lo pensaba no tan concretamente como ahora, claro esta. pero lo pensaba de igual manera, que la vida, eran esas personas que cruzaban por fuera de mi pieza, que eran sombras, voces y conversaciones distantes y que no me incluían, sombras que, son las personas que pasan por mi vida y que uno después no recuerda. eso hasta que el poder de la improbabilidad hace que alguien corra la cortina, ahí recuerdas, ahí reconoces a un ser que marca la vida misma y dejan de ser sombras apacibles y tipo acuarela, se vuelven humanos, con rostro, ese es un temor remoto, el saber que existen rostros que no voy a olvidar.
tu ves las sombras, escuchas sus murmullos y sus movimientos indefinibles e impredecibles, sorprecibos incluso, te vuelves invisible, estar ahí como oyente de un submundo que no te corresponde, de un grupo de personas que no pisarían mas la casa por esos motivos, recuerdo sus risas, sus silencios ante lo trágico, su prudencia sabiendo que estaba yo al lado, invisible, presenciando todo su carnaval de poca juventud.
después, ya mas grande, siempre pensé que se separarían mis padres, lo esperaba ansioso, como llamando a la mala fortuna o al destino probable y lógico, no se separaron, por desgracia, hubiese sido lo mejor, estaría escribiendo de otra cosa que no sea de mi. no se separaron pero murieron, juntos, accidente automovilístico, pensé, y aun pienso, que fue lo mejor, que si no, se hubiesen separado de verdad, y que yo me hubiese visto en un lío que tanto espere, que nunca supe  y que jamas sabre como afrontar.
la cama de padres se volvió la cama mía, hasta que llegue al departamento, los ojos café con forma de sol vivieron conmigo un tiempo, pero como bien dije antes, ella ya no esta, así que no importa, lo importante son las sombras, lo importante, es que ella, los ojos de sol, jamas dejaron cerrada la cortina de lino, ella dejo la cortina abierta y ahora no hago otra cosa que pensar en todos los humanos, en todas las sombras que ya no son sombras, en esos rostros sin cuerpo y sin voz que me aquejan el santo espíritu maligno nicotinoso. la sombra que soy yo ahora, yo ahora, que no puedo mirarme en el espejo, sin poder vislumbrar mi rostro, imaginando una cara, un cuerpo, un cigarro. enciendo el cigarro, y ya no hay sombras, solo oscuridad, nada mas, como siempre, solo oscuridad y vacío.

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