martes, 3 de diciembre de 2013

Las cosas de la vida (parte cinco) (o como dice el autor: sin pretenciones ni nada)

comenzaron mis mayores conflictos cuando comencé a hablar con ella, obviamente no fui tan bastardo como para hacer de mis problemas algo compartido, pero si se daba cuenta y me lo mencionaba, lo que provocaba una pequeña crisis cabrona dentro de mi vida, y nacía una desesperación asquerosa al intentar solucionarla lo antes posible para que ella no saliera afectada, eso sucede cuando pones a una persona delante de ti, te vuelves estúpido, inconsciente de tus actos, te vuelves mas bastardo de lo que eras, por que al fin y al cabo, la perderás.
estaba con ella, generalmente en mi departamento, que estaba en una calle mas tranquila, una calle que no vale la pena mencionar, aparte ya no la recuerdo, el punto es que íbamos, nos besábamos, nos acostábamos en el sillón y aveces leíamos poemas de oscar hahn, una vez me leyó en ingles el cuervo, mientras de fondo sonaba una sinfonía de Bach, fue maravilloso, lo que mas recuerdo era como de nuestras tazas de café comenzaron de a poco a dejar de emanar ese vapor caliente de recién echo, esas tazas eran la victoria personal de dos café justos en medida de café y de azúcar, pero ahí quedaron, solo con un sorbo menos, mire mucho tiempo las tazas, solo por la mala costumbre de no poder mirar a los ojos, menos sus ojos que me miraban como con una especie de amor y de curiosidad y de interés para que prestara atención, me miraba seguido, linea y me miraba, yo la miraba cuando ella no me miraba, como una especie de acuerdo inexplicito mientras ocurría la lectura, ella termino de leer y seguía sonando Bach, así que la bese e hicimos el amor con música clásica de la que escuchaba y escucha mi abuelo, aveces las cosas ocurren pauteadas, otras, como los finales, ocurren así no mas, de golpe en la garganta.
lo curioso era que en ese momento yo estaba probando mis limites, todos los limites menos el de la droga y el del alcohol, por que esos limites ya los sabia gracias a cuando tenia 14 años y obtuve esas experiencias desagradables y de buen recuerdo, intente ver mis limites sentimentales, entonces al principio no quise quererla y después, a los días después, comencé a quererla mas de la cuenta, llegue al limite, y el limite era nunca acabar, entonces intente ver si era posible para mi sentir asco, asco de estar con alguien, sexualmente hablando.
entonces yo estaba insinuándome con una mujer que jamas fue mi amiga pero que pretendía que fuéramos amigos, me resulto, como todas las cosas malas me resultan, resulto mejor de lo esperado, así que teníamos sexo ocasionalmente, ella sabia de mi relación, ella sabia que nadie debía nunca saber, así que así quedo, como un secreto burdo y bastardo.
tenia sexo con ella y luego sexo con uno de mis grandes amores, así, sexo antes, amor después, o aveces amor antes, sexo después, jamas mi cuerpo se sintió sucio ni asqueado, así que seguí coqueteando mujeres que ya conocía y que en algún momento habíamos tenido encuentros amorosos, debe haber sido la época en que mas sexo tuve, y mas amor sentí, irónicamente, todo por probar mis limites, esa época también modifique la realidad (modificar la realidad es mas bonito que mentir), no solo modifique, también oculte cosas, desviándola conversación y usando mi lenguaje para hacer perder la atención al tema, mucho sexo, poco amor, mucha cosa transfuga, poca seriedad, todo un caos, y jamas sentí culpa, solo incomodidad, sentí por primera vez después de mi adolescencia, la necesidad de soledad.
entonces comencé a escapar, escapar de ella e irme a tomar a un bar, a escribir a un bar, igual que estos poetas que solo escriben con trago, me escapaba de casa, aunque me gustaba casa, y me gustaba estar con ella, pero tanto amor falso y real en el cuerpo me empezaba a marear, empece a dejar relaciones de a poco, a centrarme en ella, comencé una por una a dejar esos encuentros sexuales en cualquier lugar, esas citas a ciegas de alma y a cegarme por el alma de aquella mujer que me daba tanto amor que sofocaba, pero morir en estos casos de sofocación es aceptable, incluso, deseado.
jamas me descubrió, y siguieron dos años de tranquilidad, la culpa no se volvió parte de mi ser, quizás jamas fue parte de mi cerebro, y lo digo enserio, sin pretender parecerme a ningún personaje de un libro, seguí adelante, sin limites en ningún caso, acabaron las insinuaciones.
lo único rescatable fue el caos, sentirse perdido en muchos pechos, en muchas almohadas, hasta que llegaba a su casa, ella no me tocaba, solo miraba y preparaba el café, subía la música y me abrazaba, me rodeaba con sus brazos la cintura y apretaba fuerte, tan fuerte que me partía el espíritu, llorábamos, solo por la emoción de llorarnos, llorarnos de emoción y de otras cosas, se escondía en mi cuello y yo le olía el cabeza hasta los pulmones, le olía cada metro cuadrado de su cuerpo y me detenía en su vientre para botar mas lagrimas, la calma, la paz que ella me trasmitía, el amor que alejaba cualquier demonio de mi espalda, su lengua de jengibre raptaba mi lengua mentirosa y la robaba, me poseía de maneras inexplicables, y aun así, acabó, ella acabó conmigo y yo acabe con nada, así funciona, por desgracia, así funciona.

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