martes, 19 de noviembre de 2013

las cosas de la vida (parte dos) (o si se prefiere, "el hogar ausente"

tipicamente la rutina empieza a comerte a estas alturas del año, tipo mes de noviembre y diciembre, todo se vuelve tedio y divagación constante, las tazas de café se vuelven sin fondo, la tele no entretiene, el ocio es lo que gobierna el corazón, la mente igual, pero no tanto, ojala fuera mas. te despiertas, te duchas, miras la cama, te recuestas, te tapas hasta el alma, te encorvas, llegas hasta el vientre de las sabanas, echo un bulto voluminosamente grande, nadie lo aprecia, y aun así, te parece una imagen altanera y llena de muchas cosas, y es que quizás eres un niño lleno de muchas cosas, lleno de sensaciones nuevas, porque eso son estos meses, muchas cosas nuevas que no tienes idea de que se tratan.
pensabas antes de mudarte a vivir solo, que la misma ausencia de personas en tu alrededor solucionaría cosas, el tiempo para ti mismo , seria lo mejor que podrías tener, ahí, solo querías estar en casa, llevarla un par de veces, tener una cama de dos plazas para una persona que aveces seria para dos personas, pero solo para una única segunda persona, querías estar en el departamento, haciendo cualquier cosa, pensabas que jamas de aburrirías, que jamas se aburrirían, pensabas.
lo que mas te gustaba era llegar a casa después de la borrachera, y recostarte sobre todas las estrellas invisibles que habían sobre aquel templo, blando, de color beige, con almohadas blancas, pensar en ella, pensar infinitamente en ella, y desear, en el fondo, que te acompañara, con el mismo olor a cerveza, con el mismo olor a cigarro fuerte mezclado con el mentolado de ella.
ansiabas todos los días llegar a casa y que ella fuera tu única compañía invisible, tu única lectura acompañada en voz alta y con aureolas de humo blanco, que se deshacían al mirarse con misterio, eso hasta que llego el aburrimiento, el tiempo cotidiano, las palabras estúpidas y comentarios sin sentidos, de esos que emiten los niños que pretenden ser adultos, y que cuando se dan cuenta que su adultes es solo pretencion, y no algo real, chocan con ellos mismos, chocan con la verdad que ellos mismos captaron, o que alguien mas les hizo captar, comentarios que, ahora pensando, jamas quise realmente emitir.
nunca querías estar afuera, no querías caminar, no querías fumar en otro lugar que no fuera tu casa, donde aveces encendías incienso con olor a cualquier cosa, o preparabas comida con sabor a da lo mismo, o fumar cigarros que muchas veces no te gustaron, pero que aun así, el echo de fumar en lo que se llamo tu hogar mas tarde, le daba cierto rito de espiritualidad a tu vida, da lo mismo donde se fumara, tirado en la alfombra o acostado en el sillón, siempre acompañado del cenicero con forma de hoja que compraste un día en buenos aires creyéndote un artista, acompañado también de la música de sigur ros o de alguno que otro cantante que ya no importa mucho.
siempre tenias las cortinas abiertas, por que no sabias a que hora te podías despertar y querer sentir el frío del invierno o el viento tibio del verano nocturno. la vista de ese ventanal era majestuosa, podías apreciar a tantas luciérnagas artificiales posadas en casas o en postes, que una vez que te levantabas, no podías no fumar en ese cuadro santiaguino que se proyectaba en tu ventana.
después de varios años, ya no querías estar mas en casa, antes querías llegar para pensar en ella, ahora todo es una buena escusa para no llegar nunca, y fumar en cualquier parte, para no pensar en ella, para no pensar en sus ojos, en sus senos, en sus piernas, en su caricia circular que maquillaba mi espalda y mi nuca.
después de varios años, vuelves a mirar el departamento vacío, y te parece que no hay silencio mas terrible que el estar solo, que el aburrirse solo, ni la música ni los libros ni el cuadro con forma de ventanal resucita los días en que no estabas en ausencia, la cama te parece un paralelepípedo de hielito seco, ya no es un vientre de sabanas, ahora son solo planchas de hojalata que no quieres tocar. caminas de vuelta a casa y entras en un hotel que esta muy cerquita, por que llegar a lo que en algún momento fue hogar y que jamas llamaste hogar, se volvió un hueco enorme.
con los días que pasan me he tornado con un sonambulismo absurdo, despierto con miedo, aveces incluso con una sensación de paz que me da asco mencionar, otra veces con un poco de alegria, por que los sueños adolescentes e infantiles se cumplen al fin y al cabo, solo que jamas se cumplen con alguien mas.
cuanto quisieras que volvieran esos ojos café con forma de sol, que volvieran a tu ser echo un desastre, y que te arreglara el flequillo alborotado que se te formaba cuando salias del ventanal a fumar. te das cuenta que extrañas, extrañar de sentirte extraño, ajeno a tu propio cuerpo, extrañas de extraviar el sonido de la cuchara golpeando la taza de café, o el olor de cuando se ceba el mate, extrañas de perder las manos que te rodeaban el antebrazo derecho, no quieres volver al departamento nunca, pero cuando vuelves, el recordar es lo que te saca sonrisitas tímidas y lamentablemente desgarradas, quisieras que volvieran los ojos café con forma de sol, pero tu eres un cuadro que nadie ve, un cuadro que solo brilla de noche.

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