¿Qué tienen en común un bigote, una caja y el metro? Si
usted pensó en un hombre con bigote en el metro sosteniendo una caja, déjeme
decirle que tiene una mente muy perspicaz. La única relación que tiene un
bigote, una caja y el metro, es la historia que tienen en común. La historia
comienza con un hombre que se sube al tren que sale de la estación plaza de
puente alto, a las 07:15 am.
El 24 de marzo del 2010 prometía ser un día como cualquier
otro, pero ocurrió un crimen antisocial en aquel tren. El gobierno encubrió la
escena para no incentivar a las masas a actuar acorde al psicótico antisocial
que provoco el accidente, el más efectivo y útil en la historia de chile.
El hombre abordó el tren, llevaba una mochila, un bigote
grueso y lentes oscuros justificados por el sol mañanero del verano. Se baja en
la estación sótero del rio, pega un sobre cerrado en un cartel publicitario,
sale de la estación y toma la micro con el recorrido F12. Lo que sigue es un
poco más tétrico: el metro al llegar a la mitad del trayecto entre una estación
y otra, alcanza la velocidad máxima y comienza a disminuirla para detenerse en
la otra estación. Lo que ocurre es que el metro donde estaba el hombre minutos
atrás, no disminuye su velocidad, debido a que el primer vagón del tren explota
matando al chofer, a los pasajeros y fundiendo los controles de la cabina.
El metro avanza sin detenerse ni disminuir su
velocidad, descarrilándose y volcándose
sobre algunos pasajeros que esperaban al metro en el andén de Vicente Valdés.
Se cuenta un total de 137 muertos y otros 200 heridos aproximadamente. El único
sospechoso después de casi un año de búsquedas e interrogaciones, fue el hombre
con bigote y mochila, solo por el hecho de no ser encontrado, solo por haber
desaparecido de la faz de la tierra sin dejar rastro ni identidad; no hubo
forma de descubrir que ocurrió realmente.
Los hechos se confirman al leer la carta dejada en el metro
antes de que saliera el hombre de la estación: “no depender”, junto con un
símbolo parecido al de un espiral. Las suposiciones investigativas dicen que el
hombre en su mochila tenía una caja, que la sacó y dejó bajo los asientos junto
a su mochila.
Al salir abandono a propósito la caja bajo los asientos,
nadie notó que algo había dejado, la hora punta camufla todo lo evidente. Se puso la mochila al hombro y salió. El
disfraz era tan bueno que no lo descubrieron, la bomba estaba programada para
explotar en ese punto exacto en que el metro va a máxima velocidad. El hombre
sigue prófugo.
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