domingo, 7 de abril de 2013

Ser un súper héroe, no siempre es tan malo (o, en la Sien esta la verdad) (texto arreglado, mejorado y convertido en microcuento


Ayer visite a mis padres por una llamada gemida a las 3 de la mañana de mi hermanito, diciéndome que me extrañaba. Yo, ahogando la rabia con un trago de agua, le dije que partiría mañana mismo y que le llevaría un regalo. Un recuerdo fugaz llego a mi cabeza mientras manejaba hasta allá, el recuerdo de cuando escapo de casa para las vacaciones de febrero y lloro en mis brazos apenas cerré la puerta, con apenas 11 años ya sabía de soledad, ya sabía del dolor y la pena y ya dudaba del amor.
Entre en silencio, sin que supieran que tras la puerta me encontraba yo. Escuchaba sus gritos estúpidos y como mi hermano lloraba en silencio (no lo oí realmente, pero algo me hacía pensar que así sucedía), él no les dijo, era de esperar de sus arranques de desesperación. golpee la puerta, me abrieron con notoria sorpresa, me saludaron con el cariño de un hijo extraviado, luego de los saludos formales y obligados me senté en el sillón, esperando la llegada de mi hermanito, mi hermanito al que tanto amo, mi hermanito al que me gustaría raptar y sacar de la jaula donde él vive, donde yo vivía.
puedo ver el paso de los años en los oídos de mis padres, como sus memorias se les van por las pastillas, como el entendimiento mutuo se va difuminando junto con la dependencia de sus hijos, ya no se recuerdan con la risa compartida del primer nonato, ellos ahora cambian de habitación como cambian de ropa, del sillón a dormir juntos otra vez, de la pieza de mi hermanito, al bar, a dormir juntos otra vez, del trabajo al motel a dormir juntos otra vez, tienen sexo casi por obligación, creyendo que así pueden recuperar lo perdido, ahuyentar los alaridos innecesarios y las suplicas del menor por una familia funcional, el amor se les va con los años, "hasta que la muerte los separe" son solo promesas triviales ante un dios trivial, como se le van los años, se les va la vida, se les van los hijos, se les va el matrimonio, se les va el amor, se les acerca únicamente la muerte, como dándole señales de que todos morimos solos, ellos ríen ante la gente como compromiso moral, pero tras la botella todos somos de adorno, todos somos reales, de mis hermanos, soy al que menos le importa, yo solo me preocupo, por cuantos cigarros me quedan en la caja, o de cuanto espero a mi hermanito aquí sentado, de cuan alegre me hace el que aún viva, y que se quiera venir aquí conmigo y me sigo sintiendo feliz mientras veo la separación de mis padres, porque así, podre traerlo hasta el abismo de mis brazos.
Llegue al departamento, la noticia me la contaron, el divorcio ya estaba en trámite, él llorando dijo que quería venir aquí conmigo, acabo de encender un cigarro, luckys, los mismo que fumaba mi abuelo, suena el teléfono, contesto, me responde un viejo de mierda con voz de comprensión inútil y patética, ha habido un incendio, se encontraron los cuerpos muertos, es en la casa donde hace unos momentos estuve. El llanto me ahoga, mi hermanito, pobre de mi hermanito, debería habérmelo llevado ahí mismo. Salgo a comprar cigarros, ya no me quedan, pienso en él, en sus manos, en su carita llena de patetismo, miraba los rostros fantasmas de piedra de mis padres, me daban asco, -deme un lucky de 20- vuelvo, no siento los pasos, solo que levito, levito de dolor y de rabia y de pena y de podredumbre, subo las escaleras, escalón por escalón, recuerdo tras recuerdo, en la puerta hay una silueta que me parece conocida, siento como se me paraliza el cuerpo, no logro ver el rostro de la silueta, pero sin duda, ya la he visto antes. – ¿qué haces tú aquí? – Digo con temor, extiendo mi mano al mismo tiempo que mi cuerpo cae de rodillas al suelo, tomo su mano, - hermanito, estas vivo- el corazón me palpita, su manos tiene sangre, su ropa huele a bencina, sus ojos están vacíos, sus palmas frías, casi no se siente su respiración. - ahora podemos estar juntos, ahora puedo ser feliz-. Me dice con la inocencia muerta, me lo dice con un cuchillo entre sus pulmones, me lo dice luego de haberme disparado en la cien.

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