lunes, 17 de diciembre de 2012

ni ver, ni oír  ni escuchar las suplicas sepultureras de mi masacrado corazón  sentir como las palabras invaden mi cuerpo y se expulsan como carnavales en la tinta y luego llegar al papel con tanta violencia que el cielo cae en fragmentos descoloridos ante tal perspicacia. luego el tiempo se detiene, mi mente se abre ante el conocimiento y el cosmos entra con tal ferocidad, que caigo al suelo rendido de placeres dominantes en tiempos de sonidos calmados y pausas sentimentales, me rindo hacia dios, que es cuaderno y tinta de corazones rotos y pensamientos inservibles, la gracia divina se establece en mi corazón como un panal de abejas activando cada molécula de mi cuerpo, cada musculo, empezando por el ya muerto corazón.

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