en el silencio de lo no dicho, duermo esperanzado de tu abrazo solemne, en las palabras de los poemas que escribí en tu piel mientras dormías llorando por lo sueños que no se cumplirán, no me notabas al verme los ojos extrañándote pero aun te abrazaba, el gélido cadáver de tu voz, nombro las dos palabras prohibidas susurrandolas al oído despiertas de golpe, no notas nada extraño, mas que este corazón viviente ha dejado de latir en tu partida de mi ilusión.
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