ella me acaricia y mi mente se introduce en su corazón, escucho su palpitar que es música a través de mis oídos de luto por la muerte del silencio. escucho también su voz tan frágil como la lluvia y tan santa como las lagrimas de un hada. sus manos tan suaves como el viento de otoño, sus ojos tan brillantes como el sol reflejado en el suelo, empapado por las lagrimas del cielo.
sus gestos y caricias que recorren por mi pelo, esos gestos tan respetuosos de la paz del silencio cautivan mis ojos vacíos y oscuros, como esas noches donde la luna va y abraza a su amado mezclándose eternamente bajo destellos de las estrellas tililantes.
mientras yo me pierdo entre caricias inseguras y suaves, de sus cálidas manos.
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